Aunque la gran mayoría de nosotros sabemos que existe hace largo tiempo actividad de reciclaje, aun se manifiesta reservas de parte de la sociedad respecto de la insalubridad que pudiera transmitir el contacto con la basura. Ese miedo es producto de la “contraconciencia”, ideada en campañas de desprestigio encubiertas contra el reciclaje, que las promueven sectores interesados en el consumo y desecho como negocio.
Sin embargo, la realidad es que cada vez más hay gente, reciclando, recuperando o poniendo en valor materiales que se descartan y que todavía pueden ser útiles. La escasez de presupuesto, el ajuste e inflación brutales que debemos afrontar a diario, despierta el ingenio en algunos para buscar por medios propios lo que se necesita y le resulta inaccesible.
Desde algunos sectores conscientes del cuidado ambiente se vienen desarrollando encuentros y actividades de intervención cultural vinculadas al reciclaje y recuperación a través de la música y del arte en general. Un buen ejemplo de ello es el trabajo que realiza David Wasinger, un referente de lo que se conoce como “Música de reciclaje”, quien además diseñó programas y que propuso al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, como proyectos educativos.
David visita escuelas, centros culturales, merenderos, parques y otros lugares donde alienta la conciencia ambiental desde lo más simple, construyendo instrumentos musicales con materiales que se obtienen exclusivamente del reciclaje.
David recorre habitualmente las calles en busca de variedad de objetos que se desechan. Luego la transmite en compañía de equipos de trabajo tanto a niños como adultos.
Lo de David es un ejemplo a imitar, puedo dar testimonio de ello por haberlo acompañado a reciclar y participar de una jornada de trabajo en el pequeño barrio de Capitán Bermúdez, cercano a la localidad de Caseros, municipio de Tres de Febrero, en donde participan niños y adultos sin distinción.
¿Y qué instrumentos se pueden construir con todos esos materiales que se reciclan? A decir verdad ¡muchos! Desde simples maracas, con pedazos de plástico y granitos de arroz, hasta “batalatas” (baterías hechas con latas de comestibles), que funcionan como sets de percusión y “guitalatas” (guitarras hechas con material de lata, con cuerdas de plástico o metal). Entre todo esto pasan las escobillas (instrumentos de percusión frotada que consisten en chocar entre sí las dos mitades cortadas de una botella de plástico), trompetas de caños de metal, flautas dulces o cornetas de plástico, güiros y cajas percusivas de madera.
Hasta tal punto llega la creatividad que ví construir una especia de armónica a partir de una jeringa, que permite variar su altura tonal al pulsar y mover el émbolo. Por supuesto, se da lugar a la experimentación para obtener diversas sonoridades a estos instrumentos, no solo notas musicales, sino también ruidos y técnicas extendidas. Los resultados son excepcionales y son recibidos con notable emoción.
Más allá de todo lo anterior, la actividad de David se complejiza armando ensambles y orquestas de instrumentos de material reciclable, lo cual es muy curioso e innovador, pues ofrece una sonoridad en masa muy particular. No hace falta mencionar la riqueza tímbrica que ocasiona. Conocemos a la música como el arte de combinar (o relacionar) los sonidos. En estas agradables experiencias interactúan golpes, rasguidos, chirridos, soplidos o batidos emergentes de fuentes sonoras hechas de plástico, madera, metal etcétera.
Creo que pensar la música partiendo desde la materia nos une a nuestras bases, al desafío a priori, a comprender lo rudimentario, apreciarlo y ver que lleva un contenido mucho más amplio que el que se suele imaginar. Asimismo, se le da un merecido valor. Quizás un nuevo género musical esté andando en vía de formación, surgiendo en plazas, parques, esquinas, trenes, subtes y otros sitios. El universo tímbrico conformado por los colores metálicos y el resto de los materiales dibujan concepciones pendientes por conocer de temporalidad y ritmo.
Para ir cerrando nos preguntamos, ¿qué es algo sumamente importante que aún estamos obviando? David afirma que al reutilizar elementos podemos ayudar a resignificar la basura, pero además a romper la barrera de la frustración por no tener acceso al instrumento musical que ofrece la industria, o a incentivar la creatividad para crear nuevas fuentes de sonidos.
Desde ya expreso mis felicitaciones a David Wasinger, y a Joaquín Coloca, un amigo del barrio de Santos Lugares que lo acompaña, y a toda la gente que con proyectos similares va, poco a poco, elaborando una calidad de vida más viable para el entorno social en estrecho vínculo con el arte y la motivación creativa.
Nicolás Bergaglio, es estudiante de la licenciatura de Música en la Universidad de Tres de Febrero (UNTREF).
Es músico y compositor. Participó como músico invitado de numerosas bandas de Tres de Febrero y proyectos de música contemporánea.
Colabora en los ciclos de música contemporánea de la UNTREF como músico y compositor.