“Gabinete de curiosidades” Willem van Haecht (Amberes, 1593 – 1637) fue un pintor barroco flamenco especializado en la pintura de gabinetes.
Lo que hoy conocemos como institución museística es el producto del devenir de las sociedades a través del tiempo que acogieron la idea de crear una institución destinada a atesorar bienes significativos por su valor material, intelectual o simbólico.
Su origen se remonta a las civilizaciones antiguas que depositaban en la recogida y conservación de objetos la ostentación de poder, su admiración o el interés por sus fines científicos. En la antigua Grecia, por ejemplo, se exponían obras de arte denominadas mouseion por su consagración a las musas, que eran las protectoras de las artes y las ciencias.
En Roma se formaron colecciones privadas producto del botín de guerra, como las del cónsul Lúculo (1.:106.57 C.) o el Emperador Adriano (76-138 a, de C), que se usaron para decorar sus palacios y jardines.
Esta suerte de coleccionismo, en donde los objetos reunidos por respeto al pasado, al arte o a las hazañas gozan de una protección especial, es la que dio origen al museo. La finalidad de ser expuestos ante la mirada de los hombres era el afán de perpetuarse en su memoria, o hacer un aporte a la cultura.
En la edad media, con la expansión del cristianismo, se descubre el poder pedagógico de las colecciones de reliquias, elementos de uso litúrgico y manuscritos para la formación de fieles, creándose archivos del conocimiento y la cultura en los monasterios. Estas colecciones eran reservadas a ciertos rangos dentro de la institución, y se accedía solo con la autorización pertinente.
A la edad media le siguió un período marcado por la ruptura con la hegemonía de las creencias religiosas como únicas rectoras del orden natural y el desarrollo de la ciencia para explicar el funcionamiento del mundo. Ese período que se conoce como “Modernidad”.
La modernidad inicia en el siglo XV con hechos de gran significación como el descubrimiento de América, la invención de la impresa, la reforma protestante de Lutero o la revolución científica. Se la asocia con la idea de la ruptura de los paradigmas dominantes en la Edad Media que siguieron a el pensamiento filosófico, político, artístico del Renacimiento.
En la modernidad cambia la concepción del mundo: la razón se impone por sobre la religión (Ilustración, racionalismo), el mito deja de ser la explicación del universo y se empieza a buscar las causas de todo fenómeno a través de la ciencia, el ser humano pasa a ocupar el centro del pensamiento (antropocentrismo, humanismo) que antes pertenecía a Dios (teocentrismo)
Estos cambios tienen su correlato en la organización política de las naciones: El Estado, hasta ese momento en manos de la monarquía y la iglesia, se seculariza y aparece el poder republicano basado en la racionalidad y la justicia.
La ilustración fue el movimiento filosófico del siglo XVIII que puso a la razón y el conocimiento científico en el centro del universo, desplazando los dogmas de la edad media centrados en la voluntad divina. El método científico revela secretos que permiten al hombre cierto control racional sobre la naturaleza.
Se pensaba que la miseria y la opresión se debían a la ignorancia y a la superstición, y que la educación sería el camino para acceder a la mejora de la sociedad. En ese contexto, el museo se ajusta a ese fin y se transforma en una institución pública.
Desde ese lugar divulgará el conocimiento e impulsará el concepto de estado nación a través de la difusión de los logros en la ciencia, las artes y la identidad nacional.
Se consolidan tres tipologías museísticas, el museo de arte, el museo de ciencias naturales y el museo arqueológico. Se construyen nuevas edificaciones con fines exclusivamente museísticos orientadas al público y se empiezan a tender redes de colaboración con academias de ciencia y universidades.
En ese momento surge el museo llamado “ilustrado”, de acceso público, con el British Musseum en 1759 y la exposición de Hans Sloane, un médico que compartía los ideales del movimiento francés, y su colección de insectos, minerales, caracoles, monedas, manuscritos, etcétera. La función asignada a la institución museística como parte de los principios filosóficos reinantes, consistía en guardar, conservar, investigar y exponer objetos y curiosidades (Rico, 2003; Fontal, 2007). En el ámbito de las artes, al museo se lo consideraba un lugar casi sacro donde ir a contemplar y a aprender de las obras de maestros de todas las épocas.
Para fines del siglo XIX, reconocido internacionalmente el museo como instrumento para consolidar el patrimonio simbólico de toda nación, surgen en Estados Unidos los primeros museos privados vinculados a universidades. En 1870 se funda el Museo Metropolitano de Nueva York, y muchos coleccionistas, mecenas y filántropos crean sus propios museos gracias a las desgravaciones fiscales que ofrecía el estado norteamericano.
Como consecuencia del avance del sentimiento nacionalista en todo el mundo, se suma una nueva tipología, el museo nacional, cuyo fin es poner en valor el pasado histórico y consolidar la identidad cultural de cada Estado Nación.
Durante el siglo XX el museo conservará casi sin variantes el modelo del siglo anterior, aunque creciendo en su dimensión sociocultural con el aprovechamiento de los avances tecnológicos que contribuyeron a expandir su función educativa.
Aníbal A. Rodríguez, es Licenciado en Gestión del Arte y la Cultura por la Universidad de Tres de febrero, UNTREF (Buenos Aires, Argentina)
Artista digital como Aníbal Pees Labory, egresado de la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano (Bs, Aires), Diseñador gráfico y audiovisual.
Fundador y director de “HUMUS” y “CUIDATE CULTURA”.