Puede ser que la alimentación se convierta a veces en una suerte de rutina, de esas que se practican sin cuestionarse demasiado, pero en realidad es una cuestión muy amplia que los invito a analizar con un poco más de profundidad en esta y otras notas más que iré escribiendo.
¿Qué es la alimentación?, ¿Qué aspectos involucra?, ¿Es un hecho aislado o se ve influenciado por muchas otras cuestiones?
Al reducir la alimentación sólo al aspecto fisiológico estaríamos dejando de lado muchos factores fundamentales, ya que ésta representa mucho más que el saciar el hambre, y cubrir los requerimientos de kilocalorías y nutrientes.
La alimentación de una población se encuentra atravesada por múltiples factores que la condicionan; algunos relacionados con la disponibilidad de los alimentos como es el caso de cuestiones climáticas, ambientales y decisiones de gobierno, otros, relacionados con el acceso a los mismos, como contexto socioeconómico y nivel adquisitivo entre otros. Además de estos factores condicionantes, se ve influenciada fuertemente por el aspecto cultural y los hábitos adquiridos.
El ser humano es un ser social, y en la interacción entre personas se fundamentan un sin fin de hábitos y costumbres. Por ejemplo, una torta de cumpleaños, un pan dulce en navidad, un asado con amigos, incluso unos mates amargos aunque no aporten energía, no representan solo alimento, sino un ritual. Nadie los cuestiona, porque siempre estuvieron allí, formando parte de nuestra cultura desde que nacimos.
Podemos preferir algunos más que otros, pero no podemos negar que forman parte de nuestras costumbres de vida y del entorno. Estos hábitos ‘incuestionables’ varían por supuesto, según el lugar en el mundo donde nos encontremos.
Podemos asegurar entonces que existen un sin fin de formas de entender el mundo desde lo alimentario. Es por todo esto que viajar resulta enriquecedor porque nos encontramos no solo con paisajes diferentes a los que estamos habituados, sino también con diferentes contextos alimentarios y culturales.
Una alimentación ‘saludable’ que no contemple los gustos, hábitos y aspectos culturales arraigados del individuo, no es saludable. Y con esta afirmación me remito a la definición de salud de la OMS (Organización Mundial de la Salud) que entiende a la salud como el “Completo estado de bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfermedad”.
Resulta fundamental el rol del nutricionista en orientar la alimentación del individuo hacia hábitos que prioricen su salud y permitan un buen desarrollo personal, acorde a sus objetivos individuales y que tenga en cuenta sus aspectos sociales y culturales; solo así, la persona logrará sostenerlos en el tiempo y mejorar su calidad de vida.
Los invito entonces a ser curiosos, a analizar los hábitos alimentarios propios y compararlos con otros, para descubrir la influencia cultural que se presenta siempre en el momento de decidir cómo nos alimentamos.
Victoria M Thompson es Licenciada en Nutrición graduada en la Universidad de Buenos Aires. MN: 9874