A menudo culpamos a la falta de suerte la escasez de triunfo, ¿Es posible que dependamos de cierto orden misterioso para lograr el cumplimiento de nuestros deseos? Fuimos a buscar la respuesta perdida a la legendaria Plaza Almagro y nos dejamos perder por los senderos del conocimiento y del tiempo escuchando a lo lejos el trinar del zorzal criollo, Don Carlo Gardel que nos repetía: “Almagro, gloria de los guapos, lugar de idilios y poesía, mi cabeza la nieve cubrió, ya se fué mi alegría como un rayo de sol.”