Alejandro Dolina en sus “Instrucciones para armar un picado”, revela similitudes entre el fútbol y ciertos dramas humanos al exponer el método de Manuel Mandeb para jugar fútbol en el barrio. Es posible así ver algunas pistas que podrían haber aportado algo al éxito de la selección nacional en Qatar 2022.
El seleccionado argentino ostentaba 36 años de desencuentros y el incomprensible hecho de que sus integrantes, siendo figuras notables en equipos de primer nivel, solo hayan visto la gloria desde lejos en esos años. Esto que muchos explicaron como un “conjuro demoníaco”, pareció romperse en los últimos cuatro años con diversos cambios que, han sido expuestos en las instrucciones de Dolina.
“Uno juega mejor con sus amigos…”
Dolina cuenta cómo su amigo Manuel Mandeb, rompe con la lógica de elegir a los más hábiles y pondera el afecto en su lugar. Mandeb Justifica su preferencia de elegir a sus amigos sosteniendo que “Ellos serán generosos, lo ayudarán, lo comprenderán, lo alentarán y lo perdonarán.“
Si hubo algo notorio en este equipo fue la unidad entre los jugadores, el apoyo mutuo y la aceptación de titularidad y suplencias sin presiones internas ni externas.
Lionel Scaloni, su director técnico, ha sabido capitalizar aciertos y errores de los directores técnicos que lo antecedieron; rompió esquemas tradicionales de juego y depositó su confianza en los jugadores. No lo quería el periodismo, ni Maradona, y mucho menos la guardia vieja del fútbol. Para el mundo deportivo era un ex jugador más. Sin embargo, en su rol de director técnico ha sabido cultivar valores de respeto y sobriedad como pocas veces se ha visto en el fútbol argentino junto a algo fundamental: la amistad.
“Un equipo de hombres que se respetan y se quieren es invencible…”
Hubo un tiempo en que el seleccionado argentino parecía una banda de rock: amoríos, escándalos, drogas; incluso se los ha tildado de “once millonarios corriendo tras una pelota”. No fue el caso esta vez; hemos visto debutar a jugadores muy jóvenes con algo en común, el respeto y admiración hacia Lionel Messi, capitán y figura destacada internacional. Así Messi se liberó de su pesada corona, para ser parte de un sistema estratégico múltiple, basado en la colaboración.
Futbol, ¿deporte o batalla?
Leyendo sobre triunfalismos y autoexigencias que transforman el juego en batallas, el goce de jugar ha sido reemplazado por la “aniquilación del adversario”. En la escalada por desaparecer al equipo contrario entran todas las armas: difamación, burla, intolerancia y de allí a la mentira y negación de los errores propios hay solo un paso. El odio no deja ver las virtudes del otro y por lo tanto el análisis no es válido.
La alegría por jugar deviene en admiración y respeto por el adversario, que no es sometimiento sino aprendizaje. ¿Copiarías las estrategias de quien odias? Convertirte en él, ¡Mucho menos!
Como se dijo al principio, Dolina revela similitudes entre el fútbol y el drama del hombre; ese paralelismo que su amigo Mandeb usa para alcanzar el éxito, hace pensar en la posibilidad de aplicarlo en otros campos como la economía o la política, en particular esto último donde es muy común que un sector descalifique al otro, o que los partidarios de uno sean vistos como enemigos del otro; es cuando me viene a la mente Messi saludando a Ronaldo o abrazando a Neymar; escucho también a otros expresar su admiración y respeto por el juego argentino y tengo la esperanza de que copiemos ese ejemplo no solo en mi país sino en el mundo.
“Instrucciones para elegir en un picado”, Alejandro Dolina.
Cuando un grupo de amigos no enrolados en ningún equipo, se reúnen para jugar, tiene lugar una emocionante ceremonia destinada a establecer quiénes integrarán los dos bandos.
Generalmente dos jugadores se enfrentan en un sorteo o pisada y luego cada uno de ellos elige alternadamente a cada uno de sus compañeros.
Se supone que los más diestros serán elegidos en los primeros turnos, quedando para el final los troncos.
Pocos han reparado en el contenido dramático de estos lances. El hombre que está esperando ser elegido vive una situación que rara vez se da en la vida: sabrá de un modo brutal y exacto en qué medida lo aceptan o lo rechazan. Sin eufemismos, conocerá su verdadera posición en el grupo. A lo largo de los años, muchos futbolistas advierten su decadencia, conforme su elección sea cada vez más demorada.
Manuel Mandeb, que casi siempre oficiaba de elector, observó que sus decisiones no siempre recaían sobre los más hábiles. En un principio se creyó poseedor de vaya a saber qué sutilezas de orden técnico, que le hacían preferir compañeros que reunían… ciertas cualidades.
Pero un día comprendió que lo que en verdad deseaba, era jugar con sus amigos más queridos. Por eso elegía siempre a los que estaban más cerca de su corazón, aunque no fueran los más capaces.
El criterio de Mandeb parece apenas sentimental, pero es también estratégico: uno juega mejor con sus amigos. Ellos serán generosos, lo ayudarán, lo comprenderán, lo alentarán y lo perdonarán.
Un equipo de hombres (y mujeres) que se respetan y se quieren es invencible. Y si no lo es, más vale compartir la derrota con los amigos, que la victoria con los extraños o los indeseables.
Aníbal A. Rodríguez, es Licenciado en Gestión del Arte y la Cultura por la Universidad de Tres de febrero, UNTREF (Buenos Aires, Argentina)
Artista digital como Aníbal Pees Labory, egresado de la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano (Bs, Aires), Diseñador gráfico y audiovisual.
Fundador y director de “HUMUS” y “CUIDATE CULTURA”.
