
Cuando la realidad se confunde con la fantasía, es posible apelar a la fantasía para volver a la realidad.
Javier Milei caminaba con pasos firmes por la fábrica de chocolate de Willy Wonka. Lo habían invitado a conocer “el verdadero capitalismo”, un sistema donde la producción era eficiente, el mercado autorregulado y el empleo, sin sindicatos, fluía como un río de chocolate.
—¡Espectacular! ¡Un genio de la libertad! —exclamó Milei, mirando a los Oompa Loompa trabajar sin quejarse ni exigir bonos de productividad.
Wonka lo observaba en silencio, con su característico sombrero de copa y una sonrisa misteriosa.
—Dígame, Milei, ¿cree usted en la meritocracia? —preguntó el chocolatero, mientras lo guiaba a una sala donde enormes engranajes dorados procesaban caramelos.
—¡Por supuesto! El Estado es un monstruo que arruina la creatividad del mercado. La gente debe abrirse camino por sí misma —respondió el presidente, moviendo su melena con orgullo.
Wonka chasqueó los dedos, y un Oompa Loompa apareció con un maletín. Lo abrió y mostró cientos de billetes de Wonka-dólares.
—¿Sabe qué es esto?
—Dinero de juguete —respondió Milei, frunciendo el ceño.
—Exacto. Pero en esta fábrica, esto es lo único que se acepta. Si quiere comer, tendrá que ganar Wonka-dólares.
Milei rió. —¡Por favor! Puedo comprar lo que quiera con dólares de verdad.
Wonka lo llevó a una máquina que cambiaba dólares por Wonka-dólares. Milei puso un billete de cien y la máquina escupió… un solo Wonka-centavo.
—Oferta y demanda, mi querido libertario —dijo Wonka con una sonrisa irónica—. En mi mundo, la inflación es del 99.9% diaria. ¡Bienvenido al mercado autorregulado!
Los ojos de Milei se agrandaron. Trató de protestar, pero Wonka lo interrumpió.
—Por cierto, aquí no hay subsidios, y las tarifas de agua y electricidad son dinámicas. Si quiere respirar aire dentro de la fábrica, le costará cinco Wonka-dólares por hora.
—¡Pero eso es un robo!
—No, no, no. Es la libertad del mercado. Nadie lo obliga a quedarse. Puede salir… si paga la tasa de salida, claro.
Los Oompa Loompa comenzaron a cantar:
“Si crees que el mercado es siempre genial,
mira cómo Milei empieza a sudar.
Cuando el que manda no eres tú,
¡entenderás el dolor del pueblo al fin!”
Desesperado, Milei intentó salir corriendo, pero la puerta estaba cerrada con una enorme traba de oro macizo.
—Para abrir, necesitas 500 Wonka-dólares —dijo Wonka, lanzándole un guiño—. ¿No tienes? Bueno… siempre puedes trabajar un poco.
Los Oompa Loompa le alcanzaron un delantal y un cepillo de fregar. Milei, pálido, entendió que estaba atrapado en su propio sueño hecho pesadilla.
Sgto. DAN.
Sgto DAN, por David Adam Nash, es un nativo uruguayo de la localidad de Canelones. Estudió economía en la Universidad de la República. Destacado miembro de la Sociedad Científica Basilio Oriental, posee dones espirituales de mediumunidad.